Ese mundo de cajitas, que desde
hace 100 años nos maneja.
Aquellas que desde Detroit
inundaron toda la faz de la Tierra.
O aquellas que alejaron a los
humanos de la tierra en espigadas formas.
También cajas enormes que
surcaban océanos manchando todo.
Cajas voladoras supersónicas y
ensordecedoras.
Esa cultura de la caja nos
gobierna desde hace más de un siglo.
La humanidad se ha alejado de su
raíz. La de los campos con senderos, la del campesino, la de una velocidad asimilable, la de
familias y barrios, la de sentir los olores que emana la Tierra, y los sonidos que emite. Todo esto, alguien
decidió, debía someterse a esas nuevas cajas y por tanto plastificar los campos
y convertir las urbes en poblaciones girando todas alrededor de esas cajitas.
Salió mucha humanidad de los
campos y fue a las crueles ciudades para ser explotada a cambio de una nómina
que le permitía pagar los recibos de créditos con los que hacerse con una caja
pequeña donde vivir.
Desde entonces pasaron muchas
cosas, la Revolución Soviética, el crack
económico y otros similares maquillados, los ingentes traslados de nativos de
forma oficial, las masacres emitidas en
vivo (irónico) y en directo para que
sean oídas y vistas en cajitas que esperan a la población en las otras cajas en
donde hacen parte de sus vidas.
En un plisplás todo el globo se
sometía a esas cajas, ciudades para ellas. Y esas cajas a su vez había que llenarla con otras cajitas que
servían para que la población olvidara sus orígenes, y fueran fácilmente
adocenadas y manejadas.
En unos instantes la Tierra se
llenó de cajas de todo tamaño que servían para todo desde acunar hasta
enterrar, desplazarse a velocidades impensables y multitud de usos que hacen la
vida más agradable y más excitante por lo menos a una pequeña parte del
universo.
Y la humanidad que aún vive sobre
la tierra de sus raíces desea abandonarla para engrosar la población del mundo
rico -bueno es donde se puede comer y donde no te matan o eso creen-
y eso aunque no te permitan ser considerada como una ciudadana como
ellos.
¿ Es mejor vivir así a cambio de
unos frijoles que recogerlos de la huerta ?
A todos estos recipientes y
artilugios se unieron hace bien poco otros más pequeños, caben en una mano,
saben todo de nosotras y es de facto la forma de manejar grandes poblaciones,
unas pocas compañías tienen datos de millones de personas, sabiendo donde está
y lo que le gusta y sus vicios y lo que piensa o en quien cree.
¿Cuánto tiempo tardaría la masa
en levantarse si no tuviera ese acceso?
Ojalá no fuera así y nos diéramos
cuenta que se puede vivir sin ellas al igual que con las que se mueven
alrededor del globo a grandes velocidades y por los tres medios y que las
únicas cajas que necesitamos son los aquellas donde se crían y educan los hijos
y el que sean lujosas no supone ser mejor hogar y que vivir en ambientes más
cercanos supone menor riesgo contra epidemias y otros, riesgos y
realmente es más humana.
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