Aquellxs que fueron niñxs durante la guerra y corretearon por los barrios de Madrid y que pertenecian a familias de trabajadorxs en Lavapiés, Tetuán, Carabanchel o cualquier otro.
Familias que no pudieron optar por salir de esta ciudad porque todo lo que tenían estaba en su barriada.
Crecieron con las alarmas antiaéreas, los obuses que podían llegar desde el cerro Garabitas, mucho miedo y poca chicha para llevarse a la boca. Daba lo mismo si eran de una familia de socialistas o pertenecían a la parroquia, los obuses no eran inteligentes y la penuria tampoco entendía de ideología.
Me es difícil saber como fue esa infancia, muchxs de aquellxs niñxs evitarían recordarla, alguno como Chumy Chúmez escribiría "Yo fui feliz en la guerra" pero lo normal era no recordar.
Se hicieron adultos en una sociedad machista, que era lo impuesto por la dictadura, la única ideología en sus cabezas era sobre todo "no volver a pasar hambre " ver a los suyos bien o como conseguir un pisito para formar una familia y muy primordial para ellxs, pagar las carreras de sus hijxs.
Para cubrir estas necesidades, el varón podía multiemplearse, o hacer jornadas leoninas en un taller, o estudiar en nocturno y trabajar diurno para poder promocionar en la compañía en la que trabajaban.
Y muchas mujeres,aquellas niñas, nuestras madres, con agrado ejercieron de madre y custodia de la familia, tampoco había mucha elección porque la ideología era la impuesta o la que se encontraba en la clandestinidad, la palabra franco se evitaba en muchas mesas familiares.
De esa generación, que siendo de cualquier estatus social se obsesiona en que la educación era la llave para evitar la pobreza, proviene una brillante generación de profesionales de todo sector y de ellxs llega la primera generación de mujeres empoderadas.
Por eso cuando oigo a algún mayor diciendo, soy franquista, sonrío con cariño y pienso …
"si no tuvisteis tiempo a tener ideología, porque el objetivo era esforzarse en asegurar a los vuestros un porvenir, y si con esfuerzo conseguíais algo más, como una casa en la sierra o en Cullera, o unos pocos ahorros, era la forma de asegurar porvenir a vuestra descendencia "
Y ahora esa generación, la que queda, se preocupa de ver este mundo inestable y cambiante, y les preocupa que lo que tanto les costó ganar, ahora se pueda ir al traste.
No es ideología es incertidumbre.
La voz de esta generación de niñxs que crecieron en guerra en cualquiera de los bandos es nuestra memoria y como tal escucharla no estaría de más, y se debería proteger sin duda.