miércoles, 13 de julio de 2022

EL PINTOR

 Autor:   ROBOB

Compañía:   Grupo de 3º de B.U.P.  Colegio San Buenaventura.

Estreno: Primavera de 1.977 en Auditorio del Colegio San Buenaventura.

Remasterizada en el mes de julio de 2022








Habitación en oscuridad total, se vislumbra una figura acurrucada en un catre.

Una luz de mechero manipulando algo sobre su mano, ilumina su rostro, demacrado, larga melena, barba abandonada 

La luz de una brasa de cigarro a la que acompaña el sonido de profundas inhalaciones pasa a ser el centro de la escena.

El crujir de los muelles de la cama enturbia el angustioso silencio de la habitación.

La figura desgarbada se incorpora a la vez que se ilumina cálidamente la habitación dejando ver una estancia abuhardillada.

En un rincón un caballete soporta un gran lienzo en blanco.

Por toda la superficie del suelo tubos de óleo esparcidos.

El individuo, pintor, dirige su mirada con gesto desencajado, a la superficie blanca del lienzo. 

En un momento dado grita a la tela:


Pintor: ¡Responde! ¿Por qué me ignoras? 

Eres como la muerte, callada, fría, sin color…

¡Yo soy el creador, el que da la vida!  El inmortal


Desesperado, enloquecido, da un golpe al caballete, que cae con estruendo y dirigiéndose a la puerta sale furioso dando un portazo tras de sí.

Buscando la inspiración de dirige en la noche a las calles céntricas de putas, yonkis y camellos. 

Andará y andará sin fin, mascando los densos anhídridos carbónicos en la noche de esta ruidosa jungla de máquinas, autómatas y seres fantasmagóricos Los neones y luces hacían salir los duendes escondidos de esta ciudad. 

Los “señores” cambiaban uniforme por chupa y bluyín, mezclándose entre esta peculiar familia de la noche a la caza de choros y pequeños camellos.

 


Señorita (en una esquina): ¡Guapo, vente que te voy a quitar esa cara de amargao! Y por sólo 500 pesetas. 


Deambulará torpemente con una sonrisa tonta, como la de un fumador de opio, observando todo lo que se encuentra, tropezando con viandantes 


Muchacho (apoyado en una pared): ¡Tate, tate barate!  ¿un taleguito? 

Al su lado otro hombre le dice…

Hombre; ¡Perico! ¡Coca pá la boca y pá la porra! Recientita de Colombia.


Una mujer de cabello blanco sentada en una silla en la acera, con una mesa plegable, llena de bocadillos, y a su lado un gran cubo con latas de cerveza en agua y hielo, cuando pasa a su lado levantando un brazo le grita.

Anciana: Chaval. Échate algo al estómago. Bocata de panceta y birra por 150 pesetillas.   

Él la sonríe anodinamente continuando su andar penitente.

Tropieza con una travesti alta de formas voluptuosas y llamativa vestimenta y con un acento claramente brasileño le recrimina 

Trans: ¡Oye bebé si quieres tocar debes de pasar primero por taquilla! ¡No seas jeta!

Intimidado ante la figura y esplendor de aquella mujerona, se limita a balbucear avergonzado.

Pintor: Lo, lo… siento señora fue sin querer…

Trans: ¡Ya!  Eso lo decís todos. ¡Espabila que estamos en Madrí! Date un capricho nene…

Y dándose un golpe a su rubia melena, riendo y lanzándole un lujurioso beso, continua su cadencioso y sensual caminar.  


La aurora se vislumbra sobre los edificios y nuestro personaje decide volver a su cubil 

 

Sube por las chirriantes escaleras de madera hasta su buhardilla 

Abre la puerta e ilumina la estancia, alucinando con lo que se encuentra.

El lienzo, los tubos de colores y los pinceles han cobrado vida, bailan y ríen estrepitosamente por el pequeño estudio.


Amarillo: ¡Señores y señoras llegó el artista!

Azul:  Un aplauso para el gran creador

Caballete: (riéndose) Me inclino ante usted, eminencia de los colores


Enloquecido el pintor grita.

Pintor: ¿Quién sois? ¿Qué hacéis? Salid de mi mente 

Naranja:  Tus pigmentos, amigo, somos tus pigmentos.

Negro:  A mí me dicen que soy el color de la muerte. No entiendo muy bien el porqué. Será que abarco todas las tonalidades. Tengo una íntima conexión especialmente con el Blanco.

Blanco:  Si, amado Negro, no somos opuestos sino complementarios e imprescindibles. 


El lienzo riendo se dirige al pintor haciendo un gesto con el dedo para que se acerque.


Lienzo; Ven pacá señorito inmortal 

Todos los colores se desternillan carcajeándose.

Lienzo; Si tú inmortal ¿Qué decías anoche?

El hombre palideció y quedó mudo. Miraba a su alrededor, los colores rendo estrepitosamente, mientras la tela no dejaba de hablar.

Lienzo; Eres ridículo, tú el creador, el que nos das la vida… eres un simple mortal, al que le quedan dos telediarios.

Interrumpiendo el color verde

Verde:  Nosotras hacemos tu obra permanente y trascendemos al tiempo.

Magenta: Acuérdate de aquella bella jovencita que pintaste en tu juventud. Perderá su belleza y con el tiempo dejará de existir, pero gracias a nosotras su lozanía será imperdurable. 

 

Nuestro pintor enloquecido arremetió contra todas esas figuras y sombras que le estaban atormentando, las golpeó y aplastó. Paró al sentir un gemido en un rincón.

Pintor: ¿Quién eres?

Salió una tímida voz que le susurró.

Rojo:  Dicen amigo, que soy el color del amor y de la pasión, de la vida, pero también soy el color de la sangre y el dolor. Puedes elegir.


Esos sonidos, hicieron a nuestro amigo, reaccionar, y mirando con detenimiento a todo lo que le rodeaba, se dirigió al lienzo, tirado, y lo colocó con cariño sobre el caballete, buscó su paleta y pinceles, ordenó los oleos en su caja, lo dispuso todo para que le obedecieran

Se enfrento frente al blanco enemigo durante toda la noche con sus armas, pinceles y colores


 


El cielo reconquista sus tonalidades anaranjadas y púrpuras y el azul confundido antes con negros, ahora ilumina la buhardilla.

En el suelo postrado inerte yace el pintor sin vida, su rostro expresa calma y felicidad.

Frente a él un impresionante lienzo pleno de colorido y de vida. 

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