Y tan feliz.
Más si miras alrededor y ves el panorama patético en el que compruebas que los servidores van a servirse y no a servir y que la confrontación es lo normal entre ellos y que la ciudadanía les importa muy poco.
Se ha llegado al nivel de que afines en ideología se acuchillan, a mi personalmente me dolieron más las cuchilladas sobre morado o sobre rojo, pero las hay de todos los colores. La idea de ser ejemplar ante la población que les eligió no tiene valor.
Yo personalmente como ácrata, algo zen, cuando trato con personas no me importa cual es su color de piel o el color de su pin y me guio por dos principios naturales;
Lo primero que nos podemos exigir es, no joder a nadie.
Y que todo lo que podamos aportar al resto será bendecido.
A quien reces o lo que pienses no es más importante que a lo que te dediques, nuestro valor es realmente lo que podamos aportar y dejar para la historia siempre con una huella limpia.
La ideología no es tan importante, las necesidades de tus nietos son muy similares a las de las mías, con mayor o menor soltura económica.
Sabiendo que vivirán en una sociedad cada vez más multiracial e igualitaria en la que la infancia ha de protegerse sobre todas las cosas.
Y en la que la ancianidad será respetada y escuchada y sus componentes deciden lo que quieren y pueden aportar al resto.
Experiencia y memoria tienen a raudales.
Una sociedad en la que lo femenino tiene mucho más empoderamiento y se le reconoce que ha sido la que soportó el peso de todo esto desde hace milenios, y que ahora el peso debe de estar compartido.
Una civilización que reconoce a lo femenino su mayor valía en muchas facetas de la vida así como la inteligencia propia e innata de la que carece lo masculino y en la que los roles lo determina cada cual en su unidad, siempre con la primera premisa de no joder a nadie.
Un nuevo mundo en el que la sexualidad elegida, no es importante a la hora de aportar, como tampoco lo es a quien reces o de quien eres fan.
Este debería ser el mundo que dejemos a nuestra descendencia y el que nuestrxs nietxs deberían heredar.
Por eso soy ácrata.
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