Una mujer está sentada en un banco frente a un portentoso portón, de la que sale un hombre anciano vestido con túnica y una cazadora militar, lleva colgadas unas grandes llaves.
Se dirige a la mujer con una gran sonrisa:
SP ¿Quién eres hija mía?
.. llevo un tiempo observando y veo que llevas tiempo ahí sentada.
abrazando su cuerpo, le dice:
SP Pasa que hace frío ahí fuera.
la mujer apartandole de un empujón clama:
BR Creo que algún imbécil burócrata se ha equivocado y me trajo aquí.
El hombre insiste en el intento de abrazar su cuerpo, a la vez que dice:
SP ¿Qué dices cielo mio?
Pareces tan dulce y buena.
¡y qué bonita eres!
Endureciendo su expresión, empuja con brusquedad al varón, grita;
BR No pertenezco a este club amigo Pedro, desde joven lo abandoné o me largaron.
El varón cambia su expresión y queriendo mantener la compostura dice con cierta sorna:
SP No me lo creo, tú no pareces una apóstata.
ella grita feliz:
;
BR ¿Apóstata?
Apostato de toda creencia o ideología.
Apostato todas las mañanas, dando gracias al universo y mirando al horizonte, pienso cómo todo está cambiando.
San Pedro grita gesticulando los brazos nerviosamente:
SP ¿Apóstata? Lo que tú eres es una bruja.
¡Aléjate! ¡Sal de estos santísimos lugares!
¡Bruja Vade retro!
Ella ríe sonoramente
BR ¡Pedro bingo!
Una bruja como las que quemasteis hace tiempo.
¿Y por qué, para qué?
¿Qué temíais?
¿Sería por nuestra libertad en todos los aspectos?
Acariciando su cuerpo con sensualidad continua :
Incluyendo la que más os escandaliza, la del lenguaje del cuerpo en las danzas y en el amor, en la búsqueda de la libre sensualidad y de la auténtica comunicación entre seres con sexualidades diferentes.
agravando el tono:
¿Será quizás que os asusta nuestra inteligencia, la femenina?
La que no podéis controlar si no es con fuego y sangre, porque no llegáis a entender.
Gracias Pedro, realmente soy una bruja y estoy orgullosa de serlo.
Y de lo único que no apostato es de los sentimientos y de las formas que la humanidad tiene para declamarlas mediante la danza. el canto, la música, los colores, la sensualidad.
San Pedro huye corriendo, desapareciendo trás el portón